domingo, 23 de diciembre de 2007

Carlos Uzabeaga Parra















Creo que son los aborigenes australianos los que dicen que mientras alguien recuerde tu nombre, no mueres realmente.
Yo recuerdo un poco más que tu nombre y mientras recuerdo, me parece que recordara a una estrella del rock.
Esas, que por siempre permanecen jóvenes en nuestra memoria.
Con una sonrisa que no se surca con arrugas, con un espíritu que nunca envejece; con la talla a flor de labios y los labios cerca de un vaso.
Tu cabello dejó de caer, la pelá de crecer.
Ni grandes aciertos ni grandes cagadas, te fuiste antes de todo ello.
Nos conocimos poco y eso siempre será así, ya no se puede cambiar.
¿Cuantas cosas habrían cambiado de no ser por esta inesperada partida?
¿Nos habríamos conocido mejor?¿Habríamos cambiado el mundo, o nuestra ciudad o nuestra pobla o a nosotros mismos?

En realidad no tengo ni idea pero si no te hubieses ido tan temprano de este carrete llamado vida, podríamos haberlo averiguado.
Compañero, Mi vaso se elevara lleno por tu memoria estas fiestas.
Mientras lo haga, recordaré cómo con la risa espantabas las cargas y tensiones cotidianas, así como esa tristeza que escondías tras tanta risa.
Y te nombraré bajito para que al reír, rías conmigo.
Carlitos.

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