martes, 11 de julio de 2006

La Democracia Imaginaria


Cuando uno se pone a pensar en esto de tener un ESPACIO VIRTUAL, le vienen ideas delirantes, como cultivar árboles que no dan sombra, fundar industrias que no explotan ni dan trabajo, casas sin hijos ni perros (pa eso están los moteles), poesía de moscas y ratas, tomates suicidas que se arrojan a fuentes llenas de lechuga (que obviamente luego se derrumban en frente de todos los demás vegetales virtuales que asombrados ven gente llover y no estabas tú).

Es un asunto arduo y enigmático esto de escribir sin saber si alguien llegará a leer lo que escribes, como un mensaje en una botella, como un documento de texto en un espacio virtual, como un libro de kafka que debió ser quemado, pero que cambio mi forma de leer. La forma de leer de la gente virtual que existe en otra dimensión del tiempo y el espacio debe ser nueva, para ser virtual, como la forma de leer los negocios, que tuvo Colón, al viajar a Valparaíso para tener una calle con su nombre, por ejemplo.

Pero bueno me estoy desviando de lo medular, lo virtual es de por si algo que como adjetivo tiene la virtud para producir un efecto, aunque no lo produce de presente, y que frecuentemente se encuentra en oposición a lo efectivo o real, o sea que a la vez pudiese ser lo imaginario. Por esto es que creo atingente contingente y necesario decir que... ¡por fin ha llegado el tiempo del hombre imaginario y de las imaginarias reivindicaciones de sus imaginarios derechos, en el imaginario espacio virtual!. LA DEMOCRACIA IMAGINARIA.

Pero para que hablar con estas escualidas palabras si podemos beber de la fuente…


EL HOMBRE IMAGINARIO

El hombre imaginario
vive en una mansión imaginaria
rodeada de árboles imaginarios

a la orilla de un río imaginario

De los muros que son imaginarios
penden antiguos cuadros imaginarios

irreparables grietas imaginarias
que representan hechos imaginarios
ocurridos en mundos imaginarios

en lugares y tiempos imaginarios

Todas las tardes tardes imaginarias
sube las escaleras imaginarias

y se asoma al balcón imaginario
a mirar el paisaje imaginario
que consiste en un valle imaginario

circundado de cerros imaginarios

Sombras imaginarias
vienen por el camin
o imaginario
entonando canciones imaginarias
a la muerte del sol imaginario

Y en las noches de luna imaginaria
sueña con la mujer imaginaria
que le brindó su amor imaginario
vuelve a sentir ese mismo dolor
ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar
el corazón del hombre imaginario.


http://tendenciaspoesia.files.wordpress.com/2008/11/nicanor_parra_fullblock.jpg

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