Enfrentarse al propio miedo...
Sobreponerse a los fantasmas que nos habitan.
Subyugarlos e incoporarlos a nuestros claroscuros.
Hacerlos parte de nuestra paleta de colores, cómo un bálsamo que no sólo sea nuestra propia salud, sino que sea así también una
emanación de ésta.
Elevarnos por sobre estos viejos fantoches, una vez que los hemos derrotado, nos lleva a lugares desconocidos de nuestros propios potenciales y nos exige a su vez nuevas batallas y renovados desafíos.
No es fácil sin embargo perder la cabellera en el camino (la vanidad, la seguridad que los mismos viejos miedos nos facilitan, en fin...), pero es un precio que debe pagarse.
¿Hacia donde iremos una vez que ello suceda?
¿Nos
emanciparemos del miedo?
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