viernes, 16 de noviembre de 2007

Malditas Costumbres


Reemplazar una desagradable costumbre por otra es aparentemente la solución. Eso es al menos lo que no se cansan de repetirme. Por ejemplo, reemplazar el poco agradable hábito del adicto, por el poco agradable hábito de abstinente. Solución que ,sobre valorada, concentra su prestigio en ese atavismo judeo-cristiano de la prohibición. La fruta prohibida (o podrida), el deseo, la tentación. Conceptos familiares y vecinos al castigo, la pérdida y el dolor. El Cuco.

Hace poco he dejado un nada despreciable habito/adicción. La desagradable costumbre dejó un vacío, lleno de un sediento deseo/ansiedad por esta sustancia X. Poco estética por lo demás, me ha mostrado el lado más patético de mi ser: un mí mismo consumiendo ávido, cantidades indeterminadas de chocolate; musitando a media voz encantos y mantras; ejecutando minuciosos autoengaños y desplegando oficiosas disculpas; alzando los brazos al cielo moviéndolos como aspas en forma compulsa (con el horroroso fin de justificarme, moderar las voluptuosas ganas de gozar el mentado y ahora autoprohibido placer); ejecutando proesas físicas (como mantenerme en un pie sobre una rama de bambú); o bebiendo poco decorosas cantidades de liquido mineral.

Con vergüenza confieso, en busca de alguna indulgencia, que en idílicos paisajes, en las más románticas situaciones, acuden a mi ardiente imaginación, imágenes de ese maldito goce; mea culpa.

Ese condenado pucho, que ahora deja un espacio hueco en mi conciencia, en mis nervios opera en forma de tic, cojera, espasmo cervical, contracción involuntaria de la sinapsis; como engranaje desdentado de la rueda del circuito de recompensa. Rechinando.

Nuevas abstinencias irán, aparentemente, poblando mi existencia, cosa no nueva ya que desde hace algunas decisiones que la tendencia comienza a manifestarse. Nuevos vicios vendrán diligentes a tomar el espacio vacío dejado por esta poco elegante "manía", lo sé.

Maldita costumbre reemplazando otra maldita costumbre. La vieja historia de la granja y la rebelión: el granjero reemplazado por los chanchos (muchos ejemplos vienen a mi cabeza -en uno de ellos estoy yo mismo fumando con Orwell, en otro alguien me pide que me calle!-)…

En todo caso y en último término, me quedan algunos vicios de los buenos, a los cuales no pienso renunciar.

Ni pensar en dejar esta maldita costumbre…

No hay comentarios: