martes, 29 de enero de 2008

Acto 3. Aprendiendo a volar

En la misma línea de las cavilaciones en relación a la vida y la muerte (cavilaciones, obviamente de notoria tendencia existencialista (o suicida (como se quiera ver))); está este texto, que circunda la idea de la reencarnación de las uñas, y las almas, o la conciencia.

El tema de volar proporcionó una buena excusa para poder dar el primer paso o salto. Podría dividirse el carácter humano entre los que primero saltan o los que dan un paso... El punto es que no todas las cosas son lo que son, o son como debieran ser (y de esto si que sabemos en Chile lindo). A veces hay que hacer sacrificios para conseguir lo que se desea y, desde luego, se debe tener cuidado con lo que se desea porque, en una de esas, podrías conseguirlo.


APRENDIENDO A VOLAR

Solo una vez he volado
Solo una y no más
Sentado en el borde estaba
Del edificio más alto
Que podía imaginar
Haciendo planes
De la forma más practica
En quel ser humano
Puede alzar la vista al cielo
Y con el querer
El volar
Cuando repentinamente
El tiempo dejo de ser arena
Y yo deje de ser solo polvo
En el borde filoso del viento viajé
Hacia el espacio infinito
En secreto
Al océano interno
Donde grabado en un gigantesco cartel
De neón azul
Estaba el viejo
De frente arrugada
Y de largas manos enroscadas
Que susurrándole al gato
Me dijo:
Lo más difícil del volar
Es el primer salto
Y me decidí
Me levante del borde donde estaba sentado
Y salté...
Al darme cuenta
Que no estaba volando
Sino que caía
A velocidad vertiginosa
Recordé las palabras del viejo

Y cuando me destrocé contra el suelo

Solo estiré mis alas

Y volé hacia el horizonte

Convertido en miles de moscas

y zancudos acróbatas

Que navegaron orgullosos

El callejón de aquí a la vuelta.

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